Korova Milk Bar

No sé qué tiene la música en directo que me revuelve las entrañas y me paraliza, permitiéndome tan sólo observar, escuchar, sentir los graves dentro de mí, rebotando en mi caja torácica. La música se apodera de mi conciencia y durante el tiempo que dura abandono todo para adentrarme en mi mundo, inmóvil, sintiendo la melodía recorrer mi cuerpo. Durante un tiempo estamos la música y yo, y no siento, veo o escucho absolutamente nada más. La música en directo es una droga, una droga que me separa del mundo durante el tiempo que dure, una droga de la que no me puedo ni me podré desenganchar nunca. Ni quiero. Porque a veces es lo único que me mantiene en pie, la promesa de volver a sentir lo que siento.

Una gran final, un premio injusto. Otra vez será...